Los jardines Rikugi-en fueron construidos alrededor del 1700, y son un claro ejemplo de un jardín típico japonés. Todo el jardín estaba cuidado al detalle, e incluso mientras paseábamos podíamos ver a trabajadores podando y cuidando las plantas y los árboles.
Tal vez por suerte, o porque no están en una zona muy turística, no había mucha gente visitándolos, y la mayoría eran abuelitos japoneses que se estaban dando un paseo por allí para pasar el día.
El parque tiene bastantes caminos por los que perderse y tiene varios comederos donde los abueletes descansaban mientras se hacían un pícnic. También tiene sus rincones y recovecos tranquilos como este pequeño riachuelo.
El lugar más concurrido del parque es la cima de una pequeña colina desde la que se tiene una vista estupenda de todo el parque.
Ese mismo día por la tarde visité Odaiba, una gran isla artificial en la bahía de Tokyo que se ha convertido en una importante area residencial, comercial y de recreo. Uno de mis principales objetivos al visitar Odaiba era aprovechar sus amplios espacios para hacer algunas fotos del atardecer, ya que la mayoría de las fotos que he hecho en este viaje han sido diurnas.
También quería aprovechar para hacer algunas fotos nocturnas ya que la iluminación de los edificios en Tokio suele dar mucho juego. Un gran ejemplo de esto el edificio de la televisión Fuji TV, que por la noche convierte sus ventanas en píxeles de una enorme pantalla donde muestran animaciones acompañadas de música.
Por último, quería probar a fotografíar el Rainbow Bridge con el skyline de Tokyo de fondo. Para no tener un trípode con el que estabilizar la cámara en las largas exposiciones, creo que la foto ha salido bastante bien.